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10 aspectos visuales que debes conocer a la hora de catar un vino

 Así se mira el vino

La observación del vino es el primero de los sentidos que usamos en la cata y, la vista arroja gran información y, a diferencia del olfato y el gusto, muy certero y objetivo.
Mientras que en el mundo de los sabores la subjetividad y la percepción personal juegan un gran papel, la vista no engaña y suele darnos información, muy clara y objetiva, sin que ello implique que sea menos relevante a la hora de analizar el vino, de hecho en ocasiones puede suponer la única manera de apreciar ciertas cualidades de un vino. Además, la vista es fundamental para establecer también defectos.
La armonía visual es parte esencial de la de la valoración global del vino y un elemento clave que determina el placer de beberlo.
Con los consejos de Lavinia, tienda de vinos y destilados de referencia en España, a continuación se señalan los aspectos sobre los que debemos prestar más atención en esta fase de cata, su significado e interpretación.
1. Limpidez y Transparencia. Nos da pistas sobre cómo se elaboró el vino. Nos informa sobre el proceso de decantación, filtrado, fermentación y clarificado (presencia de lías, sedimentos, etc.) y finalmente estabilización. Si el vino no se presenta limpio y transparente y existen sedimentos, éstos no deben servirse en la copa y es preciso decantar el vino.
2. La vivacidad y brillo. Un vino puede estar limpio y apagado (pobre de color) al mismo tiempo. El brillo y la luminosidad, son las propiedades que tiene un vino para reflejar la luz como un diamante. Es una impresión general que, nos informa de forma especial sobre su acidez. La falta de brillo implicaría falta de acidez y por tanto de sabor (vino plano). Es especialmente importante en los blancos.
3. La fluidez. Es la consistencia y forma de caer en la copa. Una mayor fluidez es signo de juventud. La viscosidad puede indicar que el vino está enfermo o ha sufrido algún trastorno importante en su fermentación (ahilado, mucílagos de la podredumbre, bacterias lácticas etc.). También la fluidez es diferente si se trata de un vino seco o un dulce.
4. Burbujas. Si es un vino espumoso, están justificadas. Si es un vino tranquilo, pueden aceptarse la presencia de una cantidad mínima; especialmente en los blancos jóvenes, careciendo de importancia. Son restos de C02 de la fermentación, que incluso ayudan a darle frescor al vino. Si son más numerosas, puede significar que el vino ha realizado una segunda fermentación en la botella, lo cual es muy negativo y afectaría a su calidad.
5. Color. Cuando miramos el vino desde arriba, o ponemos la copa casi horizontal sobre un fondo blanco, podemos apreciar el color principal en el centro, en la zona de mayor espesor de la copa. Al examinar el color podemos deducir una serie de datos sobre la variedad de uva, estado, su origen y edad.
6. Intensidad de color. Nos aporta y concreta, de manera específica, la información general sobre el color. Cuando el color es intenso, significa que el vino es rico en taninos, cuerpo y extractos.
7. Tono o matiz. Se observa en el punto de menor espesor del vino en la copa, cuando la colocamos en posición horizontal. Fundamentalmente nos indica la edad del vino y su grado de evolución.
8. La cantidad de color (capa baja, media, alta). Su abundancia no es sinónimo de calidad gustativa, aunque nos advierte de su método de elaboración, variedad de uva, madurez etc.
9. La cantidad de alcohol. Tras agitar el vino en la copa, se puede observar la formación de lágrimas en las paredes de la misma, su consistencia y forma de caer nos proporcionará información sobre la cantidad de alcohol y glicerina que tiene un vino, pero no indica en ningún caso la calidad de un vino.
10. Sedimentos. Aunque hoy en día son poco frecuentes, su presencia implica no solo un enturbiamiento sino también, una alteración de sabor. En los viejos tintos, puede encontrarse depósitos de taninos, esto es debido a que con el tiempo, las moléculas de los antocianos y taninos se polimerizan, aumentan de tamaño y se precipitan lentamente. Esto no constituye un problema y, solo requiere una correcta decantación. Otros sedimentos son los tártaros, o cristales de tartrato, producidos frecuentemente por un enfriamiento brusco del vino que los hace precipitar.

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