El nuevo vino argentino: crecen los terruños alternativos


Las bodegas establecidas en territorios no tradicionales como San Luis, Córdoba, Entre Ríos, Tucumán o Jujuy ganan cada vez más fuerza en la escena local. En esta nota, un recorrido por el nuevo mapa de la uva argentina.

¿Probarías vinos de Entre Ríos? ¿Y de Sierra de la Ventana, Mar del Plata o Médanos, en el sur de la provincia de Buenos Aires? Si tu respuesta es sí, tenés un nuevo mundo por descubrir en la góndola local. Nuevas zonas productoras están revitalizando la oferta de vino argentino, sumando sabores y estilos curiosos.

La movida lleva un tiempo creciendo bajo el radar del mercado, pero recién ahora eclosiona. Las razones fundamentales para la explosión son dos: una histórica y una comercial. Desde la década de 1930 estuvo prohibido plantar viñedos fuera de las regiones autorizadas, que eran Cuyo, NOA y Patagonia. Por fuerza de ley, muchas zonas vitivinícolas que habían tenido su historia –como Entre Ríos– quedaron afuera del mapa. En 1990, la reglamentación quedó sin efecto.

En el plano comercial: la vid es una planta que rinde donde ningún otro cultivo es negocio. La soja desplazó a muchos cultivos, pero a su vez dejó al descubierto rincones donde ni ella, ni el ganado, ni los granos daban de comer. Eso sucede, por ejemplo, en Médanos o en las sierras cordobesas; o incluso en regiones más conocidas, como La Rioja, donde bodegas mendocinas como Catena Zapata apuestan a conseguir vinos extremos y de altura.

VIÑAS AFRANCESADAS
Pensá en el mapa de la Argentina. Todas las zonas renombradas del vino se recuestan sobre la Cordillera, donde el clima es seco y el sol es la regla dominante: San Juan, por ejemplo, tiene más de 300 días despejados al año. Salta, La Rioja y Mendoza son las otras provincias donde la intensidad de luz es la norma. En conjunto modelan un tinto intenso, aromático y frutal, de paladar alcohólico y estructura tánica, ya sea Malbec, Cabernet, Merlot o Syrah.

Ahora imaginá el mapa de Francia. En cada pueblo hay un viñedo y la geografía, latitud y altitud son cambiantes, sin contar que en cada región se cultivan variedades diferentes: hay zonas especializadas en Pinot Noir (Borgoña), en Cabernet Franc (Loire) y Cabernet Sauvignon (Burdeos), amén de estar más cerca del océano o de la de montaña, de tener climas fríos o cálidos. El resultado es una góndola ultra poblada de estilos tintos y blancos.

Con la avanzada de los nuevos terruños, nuestro país se acerca un poco más a la nación europea y empieza a ofrecer una mayor diversidad en la que el sol no es determinante: los nuevos orígenes del vino están bajo la influencia del Océano Atlántico, sus temperaturas son menos cambiantes y sus cielos tienen más nubes. El movimiento crece en tres direcciones: sudeste, norte y centro.

HACIA EL SUDESTE
Son los llamados vinos oceánicos, en los que la influencia del Atlántico es clave. El mar trabaja como un buffer de temperatura, evitando la famosa amplitud térmica del desierto, morigerando el calor y aportando humedad. En este contexto, la vid conserva su acidez natural, desarrolla aromas más vegetales y no produce mucho color. De esta zona, son cuatro los productores a los que hay que seguirle el paso.

En Sierra de la Ventana, a casi 600 kilómetros de Capital Federal, está Bodega Saldungaray. La familia Parra tiene un vistoso viñedo en los faldeos al este de la sierra, además de un lindo restaurante en donde se pueden probar sus vinos. De sus etiquetas, nos quedamos con dos: Ventania Sauvignon-Chardonnay (2013, $55), que conjuga un aroma cítrico con una curiosa boca delgada al paso, y Ventania Cabernet Franc (2012, $60), cuya aromática levemente frutal y, sobre todo, herbal anticipa una boca ligera y rica acidez. Este último es un buen tinto para la mesa, especialmente para acompañar pastas. No son vinos fáciles de conseguir, pero se pueden comprar por caja en la página web de la bodega.

Médanos, como su nombre lo indica, es una zona arenosa al sur de la provincia de Buenos Aires. Desde 1999, cuando plantaron los primeros viñedos, Bodega Al Este se propone como un caso singular. Daniel Dinucci, su propietario, sostiene el proyecto con el mercado regional y de Bahía Blanca. Elaboran dos líneas: Al Este, cuyo Malbec (2009, $85) es de mediana intensidad y tiene una aromática floral y herbal, que recuerda también al dulce de membrillo. Con taninos finos y de acidez elevada, se ubica en la antípoda de lo que imaginás como un tinto argentino. La otra línea es Terrasabbia Reserva, de la que resalta el Tannat (2011, $85), similar a los uruguayos, alto en color, intensidad y potencia, con boca algo apretada y buen cuerpo.

En las afueras de Viedma, donde el Río Negro llega al mar, Bodega Océano Patagonia es una de las más influenciadas por la cercanía a la costa. Desde fines de los noventa, la familia Lascano lleva adelante su bodega con un espíritu personal. De sus viñedos, a orillas del río, destaca especialmente Ultramar Sauvignon Blanc (2013, $90): delgado y nervioso, con buen filo al paladar. También Mar Merlot (2010, $45), de aromática frutal, intensa y con una boca austera, pero con taninos firmes. No son muy vistas en vinotecas porteñas ni en cualquier otro lado que no sea Viedma y sus alrededores, pero si te encontrás con una de estas botellas, dale una chance y sorprendete.

En la avanzada oceánica también destaca un productor de Chapadmalal, en las afueras de Mar del Plata y a cuatro kilómetros del mar: Familia Estrada Wines. Los vinos de esta casa fueron elaborados por Daniel Pi, enólogo de Bodega Trapiche. Con la marca Silos, destaca largamente el Pinot noir (2012), único en su especie, frutado, de cuerpo delgado y acidez elevada, perfecto para la mesa. Fueron presentados ante la prensa en diciembre de 2013 y aún no salieron oficialmente a la venta.

MÁS ALLÁ DE SALTA
Si hasta ahora conocías la singularidad de los vinos salteños, tenés que sumarle a tu paladar el curioso gusto de Jujuy. Tan extremo como los Valles Calchaquíes, en el suelo de la quebrada de Humahuaca se elaboran algunos de los tintos más peculiares de nuestro país. Tucumán es otro enclave de vinos interesantes. Prestá atención a estos tres productores.

Bodega Tukma elabora vinos desde Jujuy a Tucumán. Su nombre alude, especialmente, al reino de Tukma, jefe en tiempos en los que las comunidades diaguitas ocupaban la zona. Así, en la Quebrada de Humahuaca, precisamente en Huacalera, tienen un viñedo, el más septentrional de la Argentina. De ahí proviene Tukma 2.670 Sauvignon Blanc (2013, $128, viene en botella de 500ml): un blanco que huele como un tardío pero es seco, y que recuerda a cítricos maduros, con un trazo de pasto. Al paladar ofrece una austera, nerviosa y elevada frescura. De la misma marca, otro vino para probar es el Cabernet Sauvignon Reserva (2012, $100).

Ubicada en Maimará (también en la Quebrada), Bodega Dupont fue establecida por Fernando Dupont a comienzos de la década de 2000. En un bello viñedo a orillas del Río Grande elabora Pasacana (2012, $321), un blend de Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah que a la nariz resulta algo vegetal, con trazos evidentes de morrón verde, y que tiene una boca potente y carnosa, con un jugoso after taste.

Altos de la Ciénaga, por su parte, es una pequeña bodega tucumana emplazada en los Valles Calchaquíes, más precisamente en Colalao del Valle. Representante de un nuevo origen del vino que está creciendo en hectáreas y jugadores, produce un tinto llamado Altos de la Ciénaga (2012, $100), potente y de aromática misteriosa, con una boca jugosa, estructurada y de taninos vivos.

LOS VINOS SERRANOS

Por su ubicación, los viñedos de Córdoba y San Luis serían el punto medio entre los vinos oceánicos y los del desierto. Tienen alturas de 600 metros y una humedad más alta que en el oeste. Aquí hay dos bodegas llamativas.
Viñas Puntanas fue la primera bodega de San Luis, fundada a mediados de la década de 2000. Situada en el Valle de Conlara, la finca está en plena producción desde 2010. De su línea de varietales completa destaca, especialmente, su Viñas Puntanas Syrah (2013, $70): un tinto con aromas animales y frutados, con trazos de grafito y una boca de cuerpo medio, paso cordial y suelto, de final largo. Es, por así decirlo, un Syrah esperable, pero que se distingue por su aroma complejo. Se compran en forma directa por medio del sitio www.fincalalarga.com.ar.
En Córdoba hay una movida de productores pequeños entre los que sobresale Jairala Oller, en Ischilín, al norte de la provincia. León Jairala e Irma Oller comenzaron a hacer vino en 1998, como un plan de retiro. Más de diez años después, colocaron sus vinos en el mercado, con fuerte presencia en su región. Jairala Oller Cabernet Sauvignon (2012, $55) merece una mención por su color intenso, su aromática con trazos vegetales y de fruta negra, delicada, con una leve pimienta, y por su boca de acidez vibrante, jugosa y con taninos moderados. Podés conseguir sus botellas en www.comprarjairalaoller.com.ar.

LA VUELTA A ENTRE RÍOS
Supo tener la bodega más grande de la Argentina en 1900, cuando la cercanía a Buenos Aires y el río como arteria de transporte le garantizaban abundantes ganancias. Luego de seis décadas fuera del circuito, Entre Ríos vuelve al ruedo con cultivos de vid en las afueras de la localidad Victoria. Uno de sus productores más curiosos es La Paula, una bodega que elabora vinos de uvas propias, con Tannat a la cabeza. Hace poco lanzaron una marca bautizada Mauro Tres Tierras, que combina uvas de La Rioja, Córdoba y Entre Ríos.

Por Joaquín Hidalgo

Comentarios