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Entrevista Philippe Caraguel: Veo un largo camino al Malbec

Fuente: Diario Uno | G. Flores Bazán y F. Lancia.
PHILIPPE CARAGUELEl director de la Bodega Atamisque habla del futuro de la cepa insignia argentina y de la necesidad de romper el mito de que para consumir vinos hay que saber. Con la responsabilidad de conducir Atamisque, la original bodega del techo de piedra, ubicada en San José, Tupungato, Philippe Caraguel es uno de los enólogos que cree que “demasiado virtuosismo puede provocar cierto temor en los consumidores”.

En una entrevista a Negocios & Economía, Caraguel aseguró que el enoturismo no tiene que tener una visión elitista sólo para los extranjeros. En cuanto a los vinos, destacó que el Malbec aún tiene un largo camino, pero además que confía en otras cepas de gran adaptabilidad como el Cabernet Sauvignon.


–¿Cómo han recibido en la bodega los premios y reconocimientos no sólo de los vinos, sino en materia de enoturismo?
–Estamos muy contentos por toda la experiencia Atamisque y también por los logros de los vinos que estamos alcanzando. La oferta de la bodega es muy atractiva: incluye un bosque con un siglo de antigüedad, diseñado por el arquitecto Carlos Thays, la cancha de golf, una gastronomía novedosa a base de truchas, la posibilidad de alojarse con un marco privilegiado, visitar la bodega y disfrutar de vinos de alta calidad. Por eso, estamos muy felices por los premios que hemos obtenido compitiendo –en algunos casos– frente a países que tienen décadas de historia, lo cual revela el potencial que tiene la provincia y nuestra actividad, en cuanto a generar nuevas unidades de negocios que concluyen en la elaboración de vinos.

–A veces se critica que el enoturismo no está pensado para los mendocinos…
–Hay que tomar la decisión de involucrarse con una actividad que muchas veces se supone está destinada al visitante extranjero y el objetivo es que sea apreciada y conocida por los propios mendocinos y argentinos. El destino de este emprendimiento tiene una visión de apertura al turismo local. Estamos muy cerca de Mendoza, donde el visitante puede disfrutar de una jornada agradable en familia, encontrarse con paisajes y una actividad histórica que nos permite reencontrarnos con nuestras vivencias pasadas y recientes de la vitivinicultura, con un marco de excelencia. Esto no tiene que tener una mirada elitista sino inclusiva, que es lo que queremos implementar desde la bodega,

–¿Cómo ve actualmente a la industria vitivinícola?
–Me parece que dentro del discurso bien intencionado de industrializar el país, la industria vitivinícola es un caso ideal para presentar sobre todo del formato PYME. La vitivinicultura es altamente inclusiva y se puede desarrollar en zonas un poco inhóspitas, con inclusión de los pobladores cercanos, es de alto valor agregado y tiene un formato exportador. El inconveniente que tiene esta vía de desarrollo responde al escaso financiamiento que existe actualmente en el mercado. Si bien hay algunas líneas, la cadencia del proceso productivo de la industria todavía no encuentra un socio en cuanto a la posibilidad de lograr un financiamiento acorde.


Una industria inclusiva
–¿Según su opinión, cuáles son los riesgos y fortalezas?
–El mayor riesgo que tiene la vitivinicultura, a pesar de las variables que la pueden transformar en un negocio exitoso, es que alcance un destino de actividad concentrada u oligopólica como sucede con otras industrias en Argentina. Por otro lado, tiene la fortaleza de ser una actividad muy diversificada, donde hay muchos actores que forman parte; por eso el riesgo es que cada vez la formen menos actores. Para que esta actividad manifieste su fortaleza tiene que ser altamente inclusiva en la cantidad de actores que participen y además de las inversiones extranjeras, también tiene que ser una actividad con una posibilidad de ingreso de capitales locales provenientes de otras ramas productivas, donde al haber excedentes de utilidades, –caso de las actividades pampeanas– pueda ser un buen recurso para desarrollar la actividad madre de nuestra provincia.

–¿Cuál es el camino que debe seguir el Malbec, luego de su éxito como cepa insignia argentina?
–Aunque para algunos el Malbec tiene un destino acotado, para mí todavía tiene un destino exponencial de crecimiento. Si uno ve los cepajes emblemáticos de otros países no han sido exitosos en volumen, como el Zinfandel en Estados Unidos, el Carmenere en Chile, el Tannat en Uruguay; a excepción del Syrah en Australia. El Malbec tiene características únicas por sus cualidades de variabilidad tanto para vinos jóvenes por su jugosidad como para vinos de guarda. En cambio la zona de Cahors, en Francia, que tiene un Malbec histórico; por sus condiciones de plantación, es bastante astringente y con poca posibilidad de guarda ya que tiene una tanicidad reducida. Por eso le veo un largo camino al Malbec, que además, es aceptado de forma inconsciente por el consumidor; porque le gusta plenamente sin intelectualizarlo y eso es muy bueno.

–¿Cómo ve a las otras variedades en las que se está haciendo énfasis?
–Argentina también dispone alternativas muy buenas como el Bonarda, que tiene mucha superficie cultivada en la provincia, pero también tenemos una potencialidad de hacer grandes Cabernet Sauvignon. Si uno empieza a ver los comentarios elogiosos y las puntuaciones internacionales de los vinos argentinos, este varietal tiene una posibilidad de desarrollo muy buena, de la misma forma que los vinos de corte, donde éste puede participar. El Cabernet Sauvingnon cuidado en forma equivalente al Malbec en cuanto a rendimiento por hectárea y elaboración, nos da la posibilidad de tener unos vinos muy reconocidos en el mundo. Esta cepa tiene una ventaja sobre el Malbec porque tiene una mayor plasticidad adaptativa y puede incluirse en zonas donde muchas veces el Malbec no logra generar la expresión de su máximo potencial.

–Sin embargo algunos asesores internacionales no apuestan demasiado al Cabernet, como Michel Rolland…
–En los grandes vinos argentinos y aun en los de mucho volumen que se tomaban en todas las mesas familiares, el Cabernet Sauvignon formaba parte de esos vinos de corte. Incluso los viejos viñateros los hacían directamente en la finca, donde mezclaban el Cabernet entre las hileras de Malbec. Esas hileras estaban distribuidas en toda la provincia, lo que hace rever que esta cepa tiene una gran posibilidad de desarrollo y puede reivindicarse tanto para vinos de volumen como de calidad e íconos también.


La motivación del placer

–¿Cómo evalúa a los actuales consumidores?
–Los que formamos parte de esta industria tenemos que generar un mensaje menos elitista y que el consumidor se motive buscando el placer de consumir bien y no verse sometido al requerimiento de intelectualizar lo que va a consumir. A veces la industria peca en su mensaje con un elitismo intelectual y lo que tiene que hacer el consumidor, como cuando adquiere cualquier bien, es dejarse llevar por la motivación de placer y por las cualidades que se va a encontrar en el producto. Abrir una botella de vino es un vínculo de encuentro y el trampolín para generar una conversación agradable. A veces hay que romper el temor que para consumir vinos, hay que saber y lo único que tiene el vino es que es un medio para compartir. Nadie toma el vino solo, sino en una comida familiar o con amigos. Creo que hay que rescatar el concepto emotivo del vino y que no quede encapsulado en una visión elitista y academicista que hay que conocer mucho para valorarlo.

–¿Hay gente que se aleja del vino porque cree que no sabe apreciarlo?
–A veces el virtuosismo puede provocar cierto temor en el consumidor. Habría que vincular esto en ser inclusivo plenamente y quien quiera consumirlo por placer, moda, historia o cualquier motivo, siempre sea bienvenido. El famoso vino con soda hay que valorarlo, no desvalorizarlo, ya que por décadas ha nutrido los hogares argentinos, donde tenemos un volumen de vinos de mesa únicos en el mundo. Pero el consumidor tiene que saber que todos los vinos son alta calidad en cada segmento, aún en los de menor valor económico, Argentina ofrece una variedad en todos los rangos de precio como pocos en el mundo.

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